Si bien tiende a pensarse que la deshidratación viene ligada a grandes esfuerzos físicos, o a estar expuestos a temperaturas muy altas sin poder beber, lo cierto es que esto no es 100% real.
Nuestro cuerpo consume energía y por tanto va perdiendo agua las veinticuatro horas del día. Cualquier acción, por sedentaria que sea, conlleva un gasto energético. Por tanto, debemos ser muy conscientes que incluso el trabajar sentados en la oficina está disminuyendo nuestro índice de hidratación poco a poco.